lunes, 2 de abril de 2012

EL PODER DE LAS EMOCIONES III: un laboratorio dentro de nosotros (3ªparte)

     
           Adicción y Tolerancia a la Emociones


En esta 3ª y última entrada vamos a ver como las emociones crean adicción y tolerancia, al igual que una sustancia química. Y todo esto tiene lugar en el hipotálamo.  


En el hipotálamo es donde se producen determinadas  sustancias químicas (neurotransmisores y hormonas)  que se corresponden con ciertas emociones, de manera que cada emoción tiene una sustancia química asociada. Y es la unión de la sustancia a su receptor específico del organismo lo que da lugar a la sensación de dicha emoción. Esto es de vital importancia porque explica las adicciones en nuestras vidas.

Fue la doctora Candace Pert quien, estudiando los efectos de la cocaína, descubrió la existencia en el cerebro de unos receptores a los que se unen de forma específica los opiáceos. Poco después del descubrimiento de estos receptores opiáceos, se vio que el cerebro elaboraba unas sustancias, denominadas endorfinas, que se unían a estos receptores, por lo que son algo así como nuestros opiáceos elaborados internamente. Por tanto, se puede pensar que  los neurotransmisores y sus receptores son  las moléculas de la emoción,
Y el descubrimiento de este  mecanismo de acción receptor-neurotransmisor es la base biológica  de las adicciones y de la tolerancia a las drogas, ya que los receptores se agotan al unirse  a estas sustancias y por ello cada vez se necesita más droga para conseguir el mismo efecto. O lo que es lo mismo, al disminuir el numero de receptores, por haber estado expuestos durante un tiempo prolongado y en gran intensidad, la misma cantidad de droga o secreción interna, provocará una respuesta menor.
Ahora veamos qué ocurre con las emociones. Éstas producen péptidos (neurotransmisores y hormonas) o moléculas de emoción que se unen con sus receptores específicos de las células.  Lo mismo que sucede con el uso repetido de la heroína ocurre con el uso repetido de la misma emoción: los receptores opiáceos empiezan a esperar ese péptido en particular. Entonces, el receptor se convierte en adicto a dicha emoción. Así se explica por qué experimentamos estados emocionales destructivos: repetimos las mismas situaciones una y otra vez, nos sentimos incapaces de cambiar y decidimos que nunca volveremos a hacer algo, pese a que en poco tiempo lo estamos haciendo nuevamente. Debido a esta inconsciente adicción que tenemos, las emociones nos condenan a repetir comportamientos. O sea, que lo mismo que pasa con una sustancia química, pasa con una emoción.

Recientemente, la neurociencia aportó un concepto de gran importancia: la Neuroplasticidad. Es la capacidad que tiene el cerebro de cambiar de forma física creando nuevas conexiones. En cada nueva experiencia hay una conexión sináptica nueva, y si ésta se repite en un periodo corto de tiempo se fortalece, mientras que si es largo se debilita. Así, la exposición constante a estímulos novedosos o la actividad física y mental, son las que pueden activar la neurogénesis: el crecimiento y desarrollo del cerebro a lo largo de toda la vida, previniendo su endurecimiento, que se traduce en la incapacidad para aprender y en la pérdida de la actividad mental.


Conclusión: ¡¡¡Somos lo que pensamos y sentimos!!!

Todo cuanto sentimos y pensamos es el resultado de complejos procesos neurobioquímicos. Los procesos emocionales, al igual que los cognitivos, pueden explicarse por el funcionamiento de hormonas y neuronas,
Así pues, podemos decir que en el cuerpo existen por lo menos tres sistemas capaces de trasladar las emociones al nivel físico:

El sistema nervioso.
El sistema endocrino.
    El sistema inmunitario.

La familia de las moléculas de comunicación o moléculas de emoción, constituída por los neuropéptidos, los neurotransmisores, los factores de crecimiento y las citoquinas, influyen en la actividad celular, en los mecanismos de división celular y en el funcionamiento genético.

Y debido a la plasticidad neuronal podemos crear nuevas redes neuronales, condicionadas por nuestras emociones, a lo largo de toda nuestra vida.

Así que con las emociones y los pensamientos positivos se pone en marcha un mecanismo que nos defiende de la enfermedad y,  gracias a la plasticidad del cerebro, y con las repetición de éstas,  podemos conseguir una vida más satisfactoria y plena.





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